DÍA INTERNACIONAL DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD.

FISIOTERAPIA EN PERSONAS CON DISCAPACIDAD INTELECTUAL.
LA IMPORTANCIA DE TENER UN ENFOQUE HUMANO

 

Entrevista realizada a:
Ana M. Forteza Ladaria
Fisioterapeuta, postgrado en Terapia Manual en el manejo del dolor músculo esquelético.
Fisioterapeuta de Coordinadora Balear de Persones amb Discapacitat.

 

¿En qué consiste la fisioterapia en personas con discapacidad intelectual?

Para definir de una manera sencilla la discapacidad intelectual (DI), podríamos decir que es la que presenta una persona que tiene una serie de limitaciones (cognitivas y/o motrices) en las habilidades necesarias para su vida diaria. Debido al amplio abanico de posibles cuadros clínicos que nos podemos encontrar bajo este término, la fisioterapia en este campo debería siempre basarse en la siguiente máxima “tratamos personas, no patologías”. Éste, es un concepto que todo profesional sanitario debe tener como prioritario, en este caso alcanza un significado mayúsculo, ya que deberíamos evitar tener una actitud protocolaria a la hora de tratar la diversidad de cuadros o patologías que nos encontraremos. Las personas no son ni rodillas ni hombros dolorosos, no son alteraciones en la marcha, ni dificultades en la motricidad fina, son individuos que presentan signos y síntomas que la fisioterapia busca tratar de aliviar o mejorar.

El objetivo principal de la fisioterapia en pacientes con DI es optimizar el bienestar y el empoderamiento del paciente, priorizar el movimiento funcional, la actividad física y el ejercicio.

¿Qué lugar crees que ocupa la fisioterapia en la vida de personas con discapacidad intelectual?

La figura que tiene en la sociedad el fisioterapeuta está cambiando. No es esa persona que “me va a hacer daño”, sino que se está convirtiendo por fin en una figura que facilita el movimiento, que busca la funcionalidad del paciente y que de cada vez más propone una recuperación activa, en la que el usuario del servicio de fisioterapia toma un papel protagonista no sólo por ser la persona que recibe el tratamiento sino también por ser efector del mismo. No es lo mismo tumbarse en la camilla y esperar que el fisioterapeuta “te arregle” a que sea el paciente la parte activa y el fisioterapeuta la parte que lo guíe. Por todos es conocido los beneficios del ejercicio o el deporte sobre el cuerpo, y es aquí donde el fisioterapeuta adopta un papel fundamental como la persona que pauta una serie de ejercicios terapéuticos con el objetivo de encontrar el bienestar de la persona. Como he dicho antes, el paciente con DI no presenta una patología en concreto, sino una cantidad variable de carencias motoras o cognitivas, siendo las primeras en las que el profesional sanitario puede trabajar mediante el ejercicio terapéutico, diseñando un programa adaptado a la persona, consiguiendo un efecto beneficioso en el plano cognitivo. Si el paciente se encuentra bien porque hace ejercicio, tendrá un impacto beneficioso en el plano emocional y cognitivo, ya que se sentirá responsable directo de su estado de bienestar.

Como es lógico, en pacientes que tienen afectaciones musculo-esqueléticas, la persona tiene mayor dificultad para hacer ejercicio porque el dolor es un factor limitante. Es entonces donde el fisioterapeuta tiene que hacer una intervención inicial (mediante terapia manual, agentes físicos y todas las técnicas de fisioterapia que estén a su alcance), gracias a la cuales el paciente mejore sus síntomas para que luego pueda hacer el ejercicio terapéutico con las adaptaciones pertinentes.

¿Cómo se lleva a cabo la intervención del fisioterapeuta?

Por todo lo expuesto anteriormente, el fisioterapeuta es la persona que va a dirigir y diseñar el tratamiento para cada paciente de forma personalizada e individual.

En una primera entrevista, el fisioterapeuta suele hacer preguntas guiadas al paciente del tipo “¿qué le duele?, ¿cómo le duele?, ¿cuándo le duele?”, es lo que se conoce como anamnesis y es lo que le permite al fisioterapeuta aproximarse a un diagnóstico en fisioterapia. Es una herramienta fundamental para elaborar un correcto tratamiento para su paciente. El primer obstáculo que nos podemos encontrar en pacientes con DI es que en ocasiones, hay alteraciones cognitivas que les impiden explicar qué les sucede. ¿Qué podemos hacer entonces? Evaluar el movimiento: La valoración fundamental se centra en estos casos a través del movimiento. Queremos que mejore su función, por lo tanto, ver cómo se mueve la persona, nos dará una idea de qué podemos mejorar. También hay que valorar posibles compensaciones e incluso gestos de dolor que pueda hacer el paciente cuando hace un movimiento concreto, lo que nos dará información sobre si hay estructuras que puedan sufrir daños o que estén lesionadas.

Debemos entender el proceso de rehabilitación como un proceso de capacitación, donde el paciente tomará el control de su estado de bienestar e intentará rehabilitar una función y en el mejor de los casos mejorarla. Él es el máximo responsable y debe sentirse así a lo largo de las sesiones.

¿Cuáles son las medidas de actuación en el proceso de rehabilitación del paciente con DI?

A grandes rasgos, los objetivos específicos del fisioterapeuta son los siguientes:

  • Control de peso. Son pacientes que por lo general, no suelen tener una vida muy activa. La tendencia habitual es hacia un estilo de vida sedentario, por lo que es habitual encontrar sobrepeso en esta población diana. Es aconsejable, por tanto, mantener un registro de su peso, para poder derivarlo al profesional sanitario adecuado en el caso de que tenga sobrepeso u obesidad y se quiera mejorar esta condición. El sobrepeso y la obesidad están directamente relacionados con enfermedades importantes que pueden hacer que disminuya la calidad de vida del paciente o comprometer seriamente su salud. Es importante tener este factor en cuenta y mejorarlo en la medida de lo posible.
  • Planificar sesiones de ejercicio terapéutico individualizado. Planificar sesiones de ejercicio terapéutico individualizado. El objetivo de este punto es mejorar la condición física y en el peor de los casos mantenerla. Básicamente, la herramienta que utilizaremos es el ejercicio terapéutico que busca un impacto en la condición física, como mejorar las funciones cardiovasculares y metabólicas. Del paciente, trabaremos la fuerza (para tener un impacto sobre el control de peso y la búsqueda de una adecuada composición corporal), el equilibrio y la coordinación y mejoraremos el estado de ánimo del paciente al hacerle partícipe de su percepción de BIENESTAR.

Es importante que el fisioterapeuta diseñe escenarios atractivos, que seduzcan al usuario, con todo tipo de aparatos que tenga a su disposición (aros, picas, pelotas, obstáculos blandos…) y que sea un poco ingenioso, ya que de esta manera, el ejercicio terapéutico se convertirá en una actividad ociosa y conseguiremos mayor adherencia a los tratamientos. Lo ideal es que se asemeje a una sesión de psicomotricidad infantil, en la que el juego, la cromoterapia y la diversión sean los mayores aliados del fisioterapeuta.

  • Integrar movimientos aprendidos en las actividades básicas de la vida diaria (ABVD). Los pacientes tiene que ver que lo que están haciendo repercute directamente en su día a día. Tiene que notar que ese movimiento que antes les costaba (peinarse, por ejemplo) ahora cada vez es más sencillo, ya que se está haciendo un trabajo de potenciación de miembros superiores. Quizás es oportuno relacionar el ejercicio con la actividad que queremos trabajar. Son mejoras que van notando progresivamente a medida que van avanzando las sesiones.
  • Tratamiento del dolor músculo esquelético. Como ya se ha comentado anteriormente, el dolor es un factor limitante para realizar cualquier actividad, ya que se verá comprometida tanto la calidad como la cantidad de moviendo.  En este caso sí que es necesaria una intervención individual en la que el fisioterapeuta hará uso de todas las herramientas que tenga a su alcance para dar analgesia o mejorar el dolor del paciente, con el fin de que al mejorar esta condición y el paciente pueda ejecutar los ejercicios de la mejor manera posible.
  • Detectar carencias. Buscar soluciones con las familias. En ocasiones, los pacientes tienen alteraciones del movimiento que pueden mejorarse con ayudas técnicas (caminadores, por ejemplo). El fisioterapeuta puede sugerir a las familias una derivación al terapeuta ocupacional para poder encontrar una solución a su problema.

¿Qué impacto crees que tiene la fisioterapia en la calidad de vida de los pacientes con discapacidad intelectual?

Estoy 100% de acuerdo con la expresión “la fisioterapia da años a la vida”, no únicamente porque sea mi profesión, sino porque está demostrada la eficacia de las técnicas de fisioterapia en todos los campos: fisioterapia en el tratamiento de dolor musculo esquelético, fisioterapia respiratoria, fisioterapia del suelo pélvico, fisioterapia deportiva, fisioterapia en pacientes neurológicos… Cada vez se están conociendo más los efectos beneficiosos de esta preciosa profesión en la calidad de vida de los pacientes que acuden a ella.

Si planteamos el tratamiento de pacientes con DI desde una perspectiva activa, en la que el individuo es el responsable directo de su estado de bienestar, le dará una sensación de empoderamiento, teniendo un impacto directo sobre su estado físico y mental, mejorando en toda la esfera biopsicosocial, lo que llevará a nuestros pacientes, sin duda alguna a tener una mejor calidad de vida.

3 de Diciembre de 2021

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